La motivación es uno de los conceptos que más me ha llamado la atención a lo largo de la vida y, por relación, también lo ha hecho la automotivación. Hasta que me di cuenta que no existe la motivación, solo la automotivación.
Digo que solo existe la automotivación porque, aunque haya un impulso externo que me anime a la acción, debo ser yo y solo yo quien lo acepte como motivante y estimulante o no. ¿Te das cuenta?
La motivación es una variable intangible de la persona, que posee aspectos internos (biológicos, aspiracionales, etc.) y externos (socioculturales) de los que es difícil escapar. La sociedad evoluciona a gran velocidad. En ocasiones, mucho más rápido que las personas, y ya ni te digo en referencia a nuestras estructuras cerebrales, que les ha costado evolucionar miles de años. La sociedad va imponiendo ciertas peculiaridades que orientan las necesidades biológicas y psicológicas en un determinado sentido, en ocasiones interesado. Del mismo modo, nos vemos afectados por lo aprendido de nuestro entorno (educadores, familiares, amigos…), en nuestra infancia, en nuestra adolescencia, en nuestra evolución vital, en esos momentos en los que somos más permeables… Ahí se fragua nuestra personalidad, y entre otras cosas se fijan las creencias que nos llevarán a decidir a qué le damos importancia y a qué no.
La automotivación se puede definir como el proceso que inicia, guía y mantiene las conductas orientadas a lograr un objetivo o a satisfacer una necesidad. Funciona como regulador de la energía y la emoción para cumplir un objetivo. Aporta energía, dirección y persistencia. Se inicia y termina en la persona.
La capacidad de automotivarse es fundamental para vivir el día a día con ganas, intensidad, perseverancia y actitud positiva. Veamos algunas ideas para potenciarla:
Espero que estas ideas te sean de utilidad, tan solo prueba.